No me gustan “los días mundiales de…” porque en muchos casos, lejos de valorar un oficio, situación o característica, terminan por “acordarse de…” ese único día del año. O, en algunos casos, por invisibilizar otros oficios, situaciones o características. Pensaréis si hay algo que me gusta, puesto que suelo escribir desde la crítica, incluso desde la rabia, en la mayoría de mis escritos. Pues sí, si hay algo que me gusta es tener cerca la infancia. Ya sea en forma de alumnado, de sobrino, de hija de amigos, de primos que ya no son tan pequeños o de niños y niñas que me voy encontrando en mi camino. Siempre tienen algo guardado para enseñarme.
Hoy, en «el día mundial del docente», os dedico este poema a vosotras, esas locas bajitas, a vosotros, esos locos bajitos, las personas más cuerdas que conozco…
Desobedece
Desobedece,
vuela,
nadie puede enseñarte,
sólo tú puedes aprender.
Equivócate,
una y otra vez,
no has nacido para ser el mejor, sólo para ser.
Para mejorarte a ti misma, no a las demás.
No tengas prisa,
que no te engañen,
la vida no es lo que sucede después del recreo,
es justo al revés.
Suma vivencias,
multiplica tu curiosidad,
divide tu almuerzo,
y resta importancia a las calificaciones.
Juega mucho,
siempre,
no dejes de hacerlo,
sólo así podrás ser poeta, astronauta o invisible cuando quieras.
Pregunta,
pero sobre todo,
pregúntate.
Aprende,
pero sobre todo,
desaprende.
Escucha,
pero sobre todo,
desobedece.